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domingo, 27 de marzo de 2011

Carta pública. Un deseo.

San José de Mayo, 27 de marzo de 2011.

A quien corresponda,

Nuevamente quisiera tomarme el atrevimiento de comentar el deseo de que se realice algún plan para volver a tener como patrimonio activo de nuestro Pueblo al Cine Artigas. Por estos días se ha hablado mucho del tema del patrimonial y siendo así no quiero dejar de exponer este tema.

Encuentro como una verdadera pena que ese espacio no esté al servicio de la comunidad y en especial del arte y la cultura.

Sabemos muy bien que San José ha crecido en población y también en propuestas artísticas tanto musicales como teatrales. Sin embargo, no contamos con ninguna otra sala debidamente preparada para dichos espectáculos, más que la del Teatro Macció.

Ahí está el Cine Artigas y su notable sala esperando que, con ingenio e inversión, podamos recuperarlo. Con un aforo mayor al del Teatro, en pleno centro de la ciudad, perfectamente podría ser la sala que necesitamos. Además estaríamos recuperando un edificio que tiene un importante valor sentimental para todos los maragatos.

Hay varios ejemplos en el País de Cines que han sido recuperados, ya sea por adquisición o arrendamiento, por parte de los gobiernos departamentales, o por acuerdos entre el MEC y la Intendencia.

Imagino todo el uso que se le podría dar: carnaval (como alternativa para días inhóspitos), estudiantinas, encuentros de teatro independiente, espectáculos musicales, etc. Una sala que descongestione y reserve al Teatro para espectáculos de relieve.

Espero, que quienes tienen las "llaves" para levantar esta bandera, lo hagan y puedan buscar los mecanismos a fin de hacerla realidad. No sea cosa que dentro de algunos años estemos hablando de la necesidad de construir una nueva sala de espectáculos con la inversión que eso supone.

No quiero que el Cine Artigas se trasforme en una tienda, supermercado o comercio de cualquier tipo. No me sirve conservar la cáscara, no quiero tener que lamentar otro edificio histórico perdido. Quiero verlo nuevamente como patrimonio ¡vivo! de todos los maragatos.

Gracias,

Néstor Bentaberry