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domingo, 31 de agosto de 2014

Entrevista con Daniel Guerra

El sábado 30 de agosto de 2014 nos visitó en estudios el cantautor de los pagos de Aiguá, don Daniel Guerra. Con él compartimos un hermoso y sustancioso programa donde conversamos largo y tendido sobre sus comienzos, su quehacer artístico, los desafíos y sin sabores de su carrera musical, y su nuevo material discográfico “Antología” que está presentando por todo el país.
Compartimos, a pie de la entrada, la edición de la nota para que ustedes disfruten de lo esencial de esta charla. 
A Daniel nuestro agradecimiento por la disposición y entrega en este precioso tiempo compartido.


martes, 26 de agosto de 2014

Les presento a mi familia (Abel Soria)

Me llamo Claudio Camejo,
Claudio Camejo Carmona;
y que soy güena persona
eso se nota de lejo.
Vivo en aquel rancho viejo
que se está aguantando agata.
Y más pobre que las ratas
mis seis hermanos y yo,
dende que mama murió
quedamos a cargo'e tata.

Es manso como agua'e pozo
y haragán como no hay otro.
Nos crió a todos nosotros
a media tripa y retozos.
El dice que cuando mozo
tuvo tropilla de un pelo
y atestigua con mi agüelo
que es su tiempo... había que ver!
jue como mandao hacer
pa sembrar hijos al vuelo.

Mi hermano mayor, Matías
es hombre muy afamao pues,
tiene el nombre apuntao en
varias comisarías.
Dispués está Jeremías
que es de lo más desastrao:
siempre anda por ahí, mamao
pa diversión de la gente.
A ése, cariñosamente
le dicen Degenerao.

Goyo es el que tiene el cuero
todo lleno'e picaduras;
se llevo una chumbiadura
ni bien sé en que gallinero.
Pero es baquiano y artero,
no sólo para las gallinas:
si habla con alguna china
en las trillas o en las yerras,
él dice que jue en la guerra
que lo chumbiaron ansina.

El más tranquilo es Servando,
nunca se hace mala sangre;
la mujer murió de hambre
y naides lo vio llorando.
Casi siempre está roncando
echao abajo'el ombú;
hermanao con la quietú
nunca aprovechó un destajo
porque él dice que el trabajo
es malo pa'la salú.

Rina, la más inocente,
tan güena y tan cariñosa
y bastante güena moza
aunque poco inteligente.
Tuvo varios pretendientes,
entre ellos un tal Medina.
Nunca se casó la Rina
pero, en fin, de todos modos
tiene recuerdos de todos,
el más chico ya camina.
 

Rosendo es el más travieso,
sobre todo cuando toma;
le gusta mucho la broma
y, casualmente por eso,
ayer lo metieron preso
por un bochinche que armó;
Un negro se le enojó
por una broma pesada:
le encajó tres puñaladas
y al negro no le gustó.

De todos soy yo el mejor,
aunque les parezca extraño;
y pensar que hasta hace un año
jui borracho y jugador.
Eran mi dicha mayor
las timbas y las botellas
hasta que un güena estrella
me envió su luz milagrosa
y el cariño de una moza
m'hizo agarrar otra huella.

Ando medio entreverao
con la hija del puestero
y es tanto lo que la quiero
que por ella me hice honrao.
Por ella agarré el arao
pa'sembrar la sementera
y me emocioné de veras
al ver germinar el grano
y encallecerse mis manos
al rigor de la mancera.

Hoy ando bien empilchao,
todo el mundo me sonríe
y hasta tengo quien me fíe
por si ando medio cortao.
Ricién áura he comprobado
que el trabajo es placer;
pero es lindo comprender
que, por la casta que vengo
todo lo güeno que tengo
se lo debo a una mujer.

María Chiripá (Wenceslao Varela)

La conocí en Gualeguay,
pero andaba la julana
siempre en la costa entrerriana
orillando el Uruguay.
Era criolla del Queguay
mas joven pasó p’allá
y hundida en la soledá
de su alma –si alma tenía-
la gente la conocía
por “María Chiripá”.

El apodo lo llevaba
como un abrojo prendido
a un chiripá muy raído
que continuamente usaba;
de nunca se lo sacaba
ni por equivocación,
y usaba en toda estación,
en sus chatos pies calludos,
tamangos de cuero crudo
y espuelas de fundición.

Andaba en un burro enano,
d’esos burros dormilones
que llevan las provisiones
de los arrieros del llano;
mañerazo el porcelano,
“sin agüela” empacador,
“a lo vaca” patiador,
hacía cantar el estribo,
tan matáo… que andaba vivo
de burro y aguantador.

Tenía una oreja cortada
que jamás le retoñó;
cuentan que se la mascó
la dueña en una empacada.
A su pollino montada
la “María Chiripá”,
cruzaba la inmensidá
de la llanura entrerriana
como una sombra pampeana
más zorra qu’el agüará.

Callada, como aburrida,
en un andar sin razón,
como quien sin corazón
entra a amadrinar la vida,
en las yerras comedida
se entreveraba al gauchaje,
marimacho entre el machaje
como el más diestro pialaba
y pa’l fogón arrimaba
los sobrantes del toraje.

Cuando una taba pisaba,
las tauras se estremecían,
y si doble le ponían
con la zurda les tiraba.
Güelta a güelta la clavaba
con extraña habilidá.
Se mentaba por allá:
“como bruja pa’clavar…”
Era un peligro jugar
con María Chiripá.

Un loro muy mal habláo
de siempre l’acompañaba,
y a veces horas colgaba
de los tientos del recáo.
Sobre un mostrador posao
al más empacao encanta;
por todo su voz levanta
en un lenguaje inmoral.
Jué aprendiz de un mayoral
y estudió en una bailanta.

Si a “María Chiripá”
la caña la dominaba,
el viejo loro le hablaba
con mucha amabilidá.
Tranqueando de aquí p’allá
le repetía el rosario,
qué cosas lindas decía.
A la dueña le sabía
todito el vocabulario.

Cuando Iyazuiré rasgueaba
algún malambo aplastáo,
ella “en pedo” y el mamáo
la china lo zapateaba.
Adrede se lo alargaba
(Yo a ocasiones lo reté,
porque siempre respeté
a toda persona de años)
qué indio güeno pa’hacer daño
mi aparcero Iyazuiré.

Y cuando ya la cansera
le cortaba el zapateo,
me parece que la veo:
era “un jaca en la gallera”.
De cansancio y borrachera
cáiba bañada en sudor,
y era tan grande el jedor
y catinga y caña brava
que el gauchaje abandonaba
por un rato el mostrador.

Cantora de media caña,
a veces improvisaba
y casi siempre mezclaba
en versos alguna hazaña;
ponzoñosa como araña,
con un pucho se encendía
y si alguno pretendía
agarrarla pa’la farra
se terciaba la guitarra,
montaba el burro, y salía…