Me llamo Claudio Camejo,
Claudio Camejo Carmona;
y que soy güena persona
eso se nota de lejo.
Vivo en aquel rancho viejo
que se está aguantando agata.
Y más pobre que las ratas
mis seis hermanos y yo,
dende que mama murió
quedamos a cargo'e tata.
Es manso como agua'e pozo
y haragán como no hay otro.
Nos crió a todos nosotros
a media tripa y retozos.
El dice que cuando mozo
tuvo tropilla de un pelo
y atestigua con mi agüelo
que es su tiempo... había que ver!
jue como mandao hacer
pa sembrar hijos al vuelo.
Mi hermano mayor, Matías
es hombre muy afamao pues,
tiene el nombre apuntao en
varias comisarías.
Dispués está Jeremías
que es de lo más desastrao:
siempre anda por ahí, mamao
pa diversión de la gente.
A ése, cariñosamente
le dicen Degenerao.
Goyo es el que tiene el cuero
todo lleno'e picaduras;
se llevo una chumbiadura
ni bien sé en que gallinero.
Pero es baquiano y artero,
no sólo para las gallinas:
si habla con alguna china
en las trillas o en las yerras,
él dice que jue en la guerra
que lo chumbiaron ansina.
El más tranquilo es Servando,
nunca se hace mala sangre;
la mujer murió de hambre
y naides lo vio llorando.
Casi siempre está roncando
echao abajo'el ombú;
hermanao con la quietú
nunca aprovechó un destajo
porque él dice que el trabajo
es malo pa'la salú.
Rina, la más inocente,
tan güena y tan cariñosa
y bastante güena moza
aunque poco inteligente.
Tuvo varios pretendientes,
entre ellos un tal Medina.
Nunca se casó la Rina
pero, en fin, de todos modos
tiene recuerdos de todos,
el más chico ya camina.
Rosendo es el más travieso,
sobre todo cuando toma;
le gusta mucho la broma
y, casualmente por eso,
ayer lo metieron preso
por un bochinche que armó;
Un negro se le enojó
por una broma pesada:
le encajó tres puñaladas
y al negro no le gustó.
De todos soy yo el mejor,
aunque les parezca extraño;
y pensar que hasta hace un año
jui borracho y jugador.
Eran mi dicha mayor
las timbas y las botellas
hasta que un güena estrella
me envió su luz milagrosa
y el cariño de una moza
m'hizo agarrar otra huella.
Ando medio entreverao
con la hija del puestero
y es tanto lo que la quiero
que por ella me hice honrao.
Por ella agarré el arao
pa'sembrar la sementera
y me emocioné de veras
al ver germinar el grano
y encallecerse mis manos
al rigor de la mancera.
Hoy ando bien empilchao,
todo el mundo me sonríe
y hasta tengo quien me fíe
por si ando medio cortao.
Ricién áura he comprobado
que el trabajo es placer;
pero es lindo comprender
que, por la casta que vengo
todo lo güeno que tengo
se lo debo a una mujer.
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