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miércoles, 26 de abril de 2017

Rufino Mario García

De Rufino Mario García, se conoce el año, 1925, y el lugar de nacimiento, Piedra de Afilar, departamento de Canelones, sin embargo no hay muchos datos biográficos que contar.

En 1947, entusiasmado por los poemas de Yamandú Rodríguez, se inició como intérprete de la poesía gauchesca, de la que se transformó en un magnífico recitador con una voz privilegiada y grave, un recio decidor que conmovía a los públicos más variados. Fue inalterable amigo de sus amigos, no obstante fue un enemigo despiadado de su padre, el poeta Nicasio García Barisso, con un odio de parte a parte.

Entre 1969 y 1982, le regaló al público, varios discos de larga duración, como Criollazo! (EP. Clave DD 008); Una antología de poemas uruguayos (Clave CLP 1002. 1969); Rufino Mario García interpreta a Osiris Rodríguez Castillos (Clave CLP 1006); Yunta y surco - Interpreta a Serafín J. García (Clave CLP 1012); Antología de poesías uruguayas vol. II (London LLU 14418); Rufino Mario García interpreta a El Viejo Pancho (London, 1969); Antología de poesías uruguayas vol. III (Clave CLP 1030); Antología de poesías uruguayas, vol. IV (Clave CLP 1042. 1971); y El mundo de Rufino Mario García (Clave 71-35063).

Luego de su muerte, presumiblemente acaecida en 1974 (no hay exactitud en la fecha), fueron reeditados y recopilados: Una antología de poemas uruguayos (Clave 75-35017. 1974); Antología de poesías uruguayas vol. III (Clave 71-35036. 1975); Rufino Mario García interpreta a Osiris Rodríguez Castillos (Sondor 4.284-4. 1982); Antología de poemas uruguayos vol.1 (Sondor. 1983); Rufino Mario García interpreta a Serafin J. García (Sondor. 1991); y Romance del Malevo (Sondor 4.814-2. 1997).

Fue creador, junto a un puñado de simpatizantes de la causa nativista, de la Sociedad Criolla “Los Cimarrones”, y uno de los fundadores de la Peña “Teluria”, en Cuareim casi 18 de Julio, con su propietario, Pedro Cardozo, junto a Roberto Rodríguez Luna, Osiris Rodríguez Castillos, el Indio Apachaca, Aramís Arellano, etc.

Waldemar Lagos

Waldemar Osvaldo Lagos Sellanes nació en Rincòn del Pino (San Josè) el 10 de diciembre de 1936.
Cuenta Eduardo Moreno: “El 10 de julio de 1963, y la aciaga jornada del vapor de la carrera "Ciudad de Asunción", fueron mi primer recuerdo de “el mayor de los Lagos”, que se había puesto bajo el ala a sus hermanos, y había iniciado su audición propia en CX50 Radio Independencia, de Montevideo.
Era un día poco propicio para la navegación marítima, de firmamento cubierto y muy nuboso, con tormentas de corrientes eléctricas y precipitaciones aisladas pero intensas, como anunciaban los informes de Meteorología. En el corazón del viejo barco, algo se hizo añicos, y el "Ciudad de Asunción”, sin buena visibilidad, se encontró, con inusitada violencia, con el casco de una embarcación a la vez hundida tiempo atrás.
Entre los que no sólo salvó milagrosamente la vida, sino que prestó su valor y su energía para que otros se libraran del peligro, entre el incendio de las máquinas y la carencia de salvavidas, estaba Osvaldo Waldemar Lagos. Poco después, cuando el mal momento había pasado, nos conocimos casualmente, y nació la amistad para siempre.
Desde 1960, se afincó en Buenos Aires, y en 1971, comenzó a conducir su audición "El rincón de los payadores" (Radio Argentina), en la que participé muchas veces. La guitarra, eterna compañera, lo llevó a Brasil, Bolivia, Chile, Perú, Paraguay, Venezuela, Ecuador, Colombia, España, Portugal y Francia.
En 1981, me surgió un buen contrato, para actuar tres meses en Panamá, y ...fueron 34 años. Waldemar me realizó en “La Peña de Fausto”, la despedida. Cuando visitaba la Argentina, me quedaba en su casa. Visitaba su exitoso programa de LR2, y hasta grabamos dos o tres discos, con el respaldo musical de su hijo Osvaldito.
Desde el 10 de mayo de 1999, Waldemar descansa para siempre, en su patria adoptiva”.

“Santos Vega … Payador”

Santos Vega el payador,
aquel de la larga fama,
convirtió en celeste grama
a nuestro arte mayor.
Por eso rindo en su honor
mi más cálido mensaje
y en el nombre del gauchaje
un monumento levanto
para perpetuarlo en canto
a través de mi homenaje.

Santos Vega el payador
crece a través de su nombre,
en la palabra del hombre
que cristalizó el Señor.
Tan sólo el viento cantor
podrá vencerlo algún día.
Si hasta la voz de María
surge como en un lamento
para disputarle al viento
el cofre de su poesía.

Santos Vega el payador,
zorzal de campera estampa,
dueño y señor de la pampa
sobre el potro del honor.
Peregrino y redentor
de nuestro acerbo paisano,
genuino vate que el llano
acunó en tierno regazo,
grillo de sol, el parnaso
que envuelve su meridiano.

Santos Vega el payador
nació para la leyenda,
Ruiseñor en la contienda
y en la senda, galdiador
Glorificado cultor
de reverenciado encanto,
yo mi bandera levanto
como un simbólico acuerdo,
junto a la voz del recuerdo
que inmortalizó su canto.

Carlos Rodríguez


Carlos Roberto Rodríguez Pacheco, nació en Riachuelo (Colonia) el 15 de enero de 1929. Falleció el 4 de abril del 2007. Fue miembro fundador, en 1955, de la Gran Cruzada Gaucha.
Radicado desde muy joven en San Josè de Mayo, formò allì su honorable familia, llevò adelante su comercio en el ramo de mueblería, y mantuvo durante màs de treinta años, su audición “Bajo el Alero” por CW41 Broadcasting San Josè.
Fue relator de fútbol, como Roberto Pacheco, en CW41 y en CX50 Radio Independencia. Dejò algunas grabaciones de payadas en Uruguay y Argentina. Tambièn editò tres libros con sus composiciones: “Chispazo de Tradiciòn” (1950), “Vuelos de Esperanzas” (con Julio Gallego, 1957) y “Huella Sonora” (1994).
Como dijera en su tercer libro “…arcilla modelada en la profunda meditaciòn y la permanente búsqueda”.

“Del Natural”

Serpenteando los caminos
se pierden tras las cuchillas
y en alfombras de gramilla
el sol tira rayos finos;
los rubíes y platinos
de las canteras abiertas,
son como estrellas inciertas
que se encienden y se apagan
y cansadas sombras vagan
en las tardecitas muertas.

La brisa despeina a un viejo
sauce lloròn, y otro criollo
se inclina sobre el arroyo
para mirarse en su espejo,
y frunciendo el entrecejo
la luna nueva se asoma,
cual marfilina paloma
que peregrina en el cielo
y parece hincharse el suelo
donde se forma una loma.

En el llano o la hondonada
que adornan los trebolares
aparecen los lunares
negros de la tierra arada.
En la profunda bajada
el cañadón atraviesa
y al contemplarla se expresa
un tapera vencida
que se le achica su vida
y se agranda su pobreza.

El silencio de la sierra
rompe un zorzal con su trino
y levanta un remolino
una cerrazón de tierra.
La noche al llegar encierra
las bellezas que en el suelo
dejó caer con anhelo
la naturaleza grata
poniendo estrellas de plata
en la pizarra del cielo.

Pedro Leoni

Pedro Josè Leoni Verdìa nació en San José, Uruguay, el 31 de enero de 1910, y falleció el 8 de marzo de 1977. Maestro de varios que vinieron después, con sus versos sencillos pero llenos de emotividad, y con una personalidad afable y humilde.
Pedro “Negro” Leoni y su hermano, también cantor, Josè Angel Leoni. Ambos, tenìan una carpa en la que realizaban espectáculos, habían tres cancionistas: Rosita Martìnez (esposa de Juan Angel), Lili Prado (compañera de Pedro) y Carmen Leoni (hija de Pedro).
Don Pedro fue autor, entre otras obras, de dos gustadas canciones: “El Cazador Inocente” y “El Medallòn”.

“El Medallòn”

Era un dìa de fiesta patria, todos iban de paseo,
una anciana mendigaba una limosna por Dios,
con un rebozo muy viejo iban cubiertos sus hombros
y de su cuello colgaba un antiguo medallón.

Unos le hacen una ayuda, otros van indiferentes,
y asì en medio de la gente, implora una caridad.
Al descender de un regio auto, unadama muy lujosa
su vista en la anciana posa y una limosna le da.

La viejita agradecida quiere besarle las manos
y la joven la rechaza con un violento ademàn.
-No podría permitirle, dijo, que usted me besara,
Si es sòlo una pordiosera, pero no faltaba màs…

La viejita confundida al mirar aquella cara
le parece haberla visto en alguna otra ocasión,
la ve irse entre la gente, quiere gritarle ¡m`hijita!
llora y besa la carita que està en aquel medallón.

Es la misma, es su carita, es m`hijita, la perdono,
hoy es rica, vanidosa, tiene lujo y protección.
No, no quiero que ella sepa que de esta vieja andrajosa,
no, no ha de saberlo nunca, que quien la ha dado fui yo.

Como una santa reliquia, he guardado este retrato,
desde que era pequeñita, desde que el padre murió,
de los días que la miseria y la falta de alimentos,
me obligò a dar mi hija amada, junto con mi corazón.

Juan Pedro Gutiérrez


Juan Pedro Gutiérrez Martínez nació en Rincón de Albano, departamento de San José, el 2 de febrero de 1945.
En su familia, hubo varios improvisadores de nombradìa: dos hermanos de su madre, Julián (que integró la “Embajada Gaucha”, a partir de 1956) y Alejandro, que a la vez fue el padre del conocido periodista y payador Julio César Martínez, que se apodaba “Puma”.
Desde muy joven, aproximadamente se volcó al amor por los versos, sin abandonar sus tareas en el campo. En 1959, se animó a trenzar alguna payada en el “Refugio Oriental” y en la “Criolla de Bella Vista”, debutó en la Semana de Turismo, de 1961.
Ha realizado varias incursiones por la República Argentina, en itinerarios provinciales.

“Al Bardo del Tacuarí”
Por el canto popular
éste es el movimiento,
libre expresión, pensamiento,
sin caudillos pa´mandar.
Uniendo fuerza al cantar
con ideales artiguistas,
marcando una nueva pista
sin acomodos airosos
que con puestos muy costosos
compran el nombre de artista.

Algunos, en dictadura,
otros en la democracia,
gente de la burocracia
entraron en la cultura.
Señores de la alta altura
y no por sus condiciones,
que puestos por los mandones
siempre hay unos cuantos pillos
que al servicio del caudillo
nos venden sólo ilusiones.

A ellos hay que enrrostrar
y sacarles la careta
pero allí, hubo un profeta
que ahora lo quieren usar.
Fue único en su cantar,
libertario sin mordazas,
defensor de nuestra raza,
del indio, del proletario,
él se ganó este escenario,
su lucha social no pasa.

El gran Carlitos Molina,
Gardel de los payadores,
lo negaron los señores,
le bajaron la cortina.
Pero América Latina,
con Neruda, Víctor Jara,
Yupanqui, que nos declara
con Zapata y con Sandino,
y Zitarrosa un camino
por ver la vida más clara.

Entre grillos y terrones
un “Yunque Rojo” ha dejado,
“Hachando los Alambrados”
a nuevas generaciones.
“Yerra Humana” a los peones
ilustrando mil vivencias,
para hacer la independencia,
por la justicia social,
de esta mi tierra oriental
despertando las conciencias.

Eriberto Guerra


Eriberto Anìbal Guerra Dìaz, nació en Libertad, departamento de San Josè el 11 de marzo de 1914, y su deceso se produjo el 25 de septiembre de 1990. Desde pequeño, se hizo diestro en las faenas de campo: lazo, boleadoras, doma y demás trabajos rurales. Se especiàlizò como maestro de artesanìas en cueros, siendo un fino trenzador y creando piezas únicas en su originalidad. Fue guardacostas en Rincòn del Pino. A los 16 años, comenzó a pulsar la guitarra y a improvisar versos, aunque su labor especìfica le impedía ser profesional. En su trabajo, pasò a prestar servicios en el Departamento de la Direcciòn General de Aduanas, por lo que se radicò en la capital. Participò en audiciones radiales y en “El Fogòn de Horacio Guarany” (Teledoce TV, 1967), donde, a la par de mostrar sus artesanìas, a invitación de Aramìs Arellano, hizo una payada con Walter Apesetche, Eduardo Moreno y el propio Arellano. Realizò fiestas de jineteadas, e integrò jurados en importantes festivales de destreza criolla.

“El Entenáo”

Siempre me está acompañando
un amigo que yo tengo,
un eterno agradecido
que no puede ser màs bueno.
Siempre haciéndome una fiesta
lo van a ver a mi perro.

Un dia llegó a mis manos,
flaquito, casi muriendo.
Lo hallè de casualidad
a ese noble compañero.
Habìa una perra con crìa
en una cueva, en un cerro.

-“Dame un cachorro machito”,
dije a la madre del perro.
Entrò a la cueva de arrastro,
y me consternè de aquello.
Trajo al perrito en la boca
y se echò a mis pies, gimiendo.

¡Què me querrìa decir
de su cachorrito tierno,
con sus ojitos cerrados
de diez días màs o menos!.
Serìa el dolor de una madre
que muy pocos comprendemos.

Y me lo traje a mi casa
donde conmigo lo tengo.
Casi nadie lo querìa
al que resultò tan bueno.
Me ayudò a criarle mi hija
de corazón nazareno.

En todos làos estorbaba.
Muy pocos quieren los perros.
Lo puse en un galponcito
donde guardo mis aperos,
hasta que un dìa me di cuenta
que el pobfrecito era ciego.

Que me iba a comer los lazos
y pilchas que tienen cebo,
que lo matara o lo diera,
para què querìa ese perro,
que hoy es un hermoso collie
y con algo de ovejero.

Amigo de largas horas,
Entenào, le puse al perro.
Èl siempre se echa a mi lado,
pobrecito, y yo recuerdo
aquel gesto de la madre,
sabe Dios por què hizo aquello.

Cuando descanso una siesta
se echa al lào mìo en el suelo.
Ahì me està siempre cuidando,
tiene livianito el sueño.
Se sienta, y calladito
olfateándome lo veo.

Quiso Dios que yo lo hallara
y me lo ordenò, yo creo,
que lo criara y lo cuidara,
que sería mi compañero,
y es el amigo màs fiel
que hoy tiene este gaucho viejo.


“Mi Candelero”

Mi candelero de bronce
por el tiempo está muy viejo,
con su vela él dio la luz,
que alumbró mi nacimiento.

Candelero al contemplarte,
hoy voy a ofrecerte un verso,
pobre, de poco valor,
pero con él te recuerdo.

Lo guardo como reliquia,
como una joya lo tengo;
me lo regaló mi madre,
por eso tanto lo quiero.

El día que me lo obsequió
a mi viejo candelero,
este pedido me hizo:
-“Tenés que hacerle unos versos”.

Y hoy, contemplando la prenda,
vino a mi mente el recuerdo.
Han pasado tantos años,
y hoy recién recordé aquello.

Cuando ella se sintió madre,
siendo yo su hijo primero,
el candelero alumbró
para darme el primer beso.

Cuántos recuerdos me trae
este viejo candelero;
alumbró a mis cuatro hermanas
y a tres hermanos que tengo.

También recuerdo a mi padre,
al que ya no lo tenemos,
cuántas noches en un truco
le alumbraste, candelero.

Candelero, despertaste,
hoy en tu sueño de abuelo.
¡Qué viejo que está aquel niño
que alumbraste en otro tiempo!.

Candelero, fuiste humilde,
también es pobre mi verso,
pero es muy rica la historia
que guardo con tu recuerdo!